El pasado 27 de mayo se celebró en Colombia la tercera elección presidencial del continente del 2018. Costa Rica y Paraguay ya eligieron mandatario y antes de que culmine el año harán lo propio México y Brasil. Los resultados de los comicios pasados y un análisis prospectivo de lo que puede acontecer establece que el progresismo latinoamericano vuelve a ganar terreno.
El 2017 concluyó con un sabor amargo para la izquierda regional, luego del triunfo de Sebastián Piñera en Chile que sucedió a Michelle Bachelet en la Presidencia. El gobierno del mandatario trasandino engrosaba las administraciones de derecha regionales que encabezaban Mauricio Macri en Argentina y Michel Temer en Brasil, aunque este último accedió a la jefatura de Estado debido a la destitución de Dilma Rousseff, consagrándose un cambio ideológico de gobierno que no votó el pueblo en las urnas.
Cuando muchos analistas presagiaban un cambio de signo ideológico en el continente, los actos eleccionarios de 2018 muestran un escenario alentador y renovado para las fuerzas progresistas latinoamericanas.
Presente
El uribista Iván Duque y el candidato izquierdista Gustavo Petro dirimirán el 17 de junio, en balotaje, quién es el presidente de Colombia. En la primera vuelta, Duque obtuvo el 39,13% de los votos emitidos, mientras que Petro consiguió el 25,08%.
Catorce puntos porcentuales es una diferencia importante, pero no indescontable, más aún si tenemos en cuenta que el candidato que obtuvo el tercer lugar en los comicios, el exalcalde de Medellín Sergio Fajardo, quien llegó al 23,7% de los sufragios, con Coalición Colombia –colectivo electoral integrado por el Polo Democrático Alternativo, la Alianza Verde y el movimiento Compromiso Ciudadano– representa al centro y centroizquierda del electorado.
Claro está que los votos no se transfieren en forma matemática, y que no necesariamente el electorado define su opción para una segunda vuelta según el clivaje ideológico; allí juegan múltiples factores que van desde las características del candidato, la campaña electoral, las alianzas políticas, el abstencionismo, etc.
De todas formas y antes de celebrarse el balotaje surgen de este proceso eleccionario dos lecturas interesantes a tomar en cuenta: el aumento de la participación electoral y el surgimiento de una alternativa progresista con posibilidades electoralmente firmes en Colombia.
La abstención en esta oportunidad llegó al 46,62% que difiere en mucho del 62,6% de la última convocatoria de los colombianos a las urnas, en 2016, en ocasión de celebrarse el plebiscito sobre el acuerdo de paz nacional. También supera en nueve puntos el promedio histórico nacional desde la constituyente de 1994.
Finalmente la elección no solo representa chances claras y objetivas para que una fuerza progresista acceda a la Presidencia, sino que también parece consolidarse una opción real de izquierda en la política colombiana, que el tiempo y la apuesta a la unidad de sus colectivos y actores se encargará de ratificar.
Pasado
El primer mandatario en ganar una elección nacional en la región, en 2018, fue Carlos Alvarado, el 1 de abril en Costa Rica. El candidato socialdemócrata del Partido Acción Ciudadana (PAC), fue electo presidente tras obtener el 60,8% de los votos en segunda vuelta.
Carlos Alvarado, de 38 años, le ganó en segunda vuelta al candidato derechista del Partido Restauración Nacional, Fabricio Alvarado; y sucedió en el sillón presidencial a Luis Guillermo Solís, de su mismo partido político.
Unos días después, el 22 de abril, en tierras guaraníes, Mario Abdo, candidato de la derechista Asociación Nacional Republicana - Partido Colorado fue electo presidente, al derrotar con el 46,44% de los votos emitidos a Efraín Alegre, candidato progresista del colectivo GANAR, que consiguió el 42,75% de los votos.
Estas dos elecciones nos dejaron lecturas interesantes en la región; por un lado la ratificación de la opción socialdemócrata en Costa Rica, con el nuevo triunfo del candidato del PAC y la consecuente asunción de Alvarado; y por otro lado también la consolidación de la opción de derecha en Paraguay, pero con matices importantes.
Quizás un capítulo aparte merecería analizar al Partido Colorado paraguayo, ejemplo habitual de lo que es un partido político hegemónico. Los colorados gobernaron durante 60 años consecutivos su país, incluso con un período dictatorial de 35 años a cargo de Alfredo Stroessner. La hegemonía solo fue cortada en 2008, cuando Fernando Lugo ganó los comicios y presidió el país por cuatro años, para luego volver el Partido Colorado a la presidencia.
Con este escenario es más que destacable la aparición de Alegre, que con el colectivo progresista GANAR presentó una opción muy competitiva a la oferta electoral paraguaya. El tiempo confirmará si la fuerza progresista se consolida realmente para futuras contiendas.
Futuro
Más allá del inminente balotaje colombiano, el calendario electoral nos muestra que México y Brasil son los otros dos países que elegirán nuevos gobiernos. Los aztecas celebrarán elección presidencial y legislativa el domingo 1 de julio; mientras que los brasileños, el 7 de octubre, votarían presidente, legislativo y gobernaciones, si se ciñeran al calendario electoral establecido.
En el país azteca se elegirá, además de presidente, a 128 senadores (para un período de seis años) y 500 diputados federales (para un período de tres años). Quien aparece encabezando las encuestas es el candidato progresista de la alianza Juntos Haremos Historia (MORENA, Partido Encuentro Social y Partido del Trabajo), Andrés Manuel López Obrador.
Luego lo suceden el candidato de la alianza Todos por México (PRI, PANAL y Partido Verde), José Antonio Meade; el candidato de Por México al Frente (PAN, PRD y Movimiento Ciudadano), Ricardo Anaya; y los independientes Margarita Zavala (exprimera dama en la presidencia de Felipe Calderón Hinojosa –PAN–) y Jaime Rodríguez Calderón (exgobernador de Nuevo León, exdiputado por el PRI).
Si nos guiamos por las encuestas, México está cerca de tener un gobierno progresista por primera vez en su historia, que sucedería a la administración del mandatario Enrique Peña Nieto, del PRI, otro partido hegemónico que gobernó el país desde 1929 a la fecha, con las únicas excepciones de dos administraciones consecutivas del PAN, a cargo de Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012).
Hacer un análisis prospectivo con Brasil hoy es muy difícil, ya que todo se puede esperar del actual gobierno de Michel Temer. De todas formas, en un escenario en el que Luiz Inácio Lula Da Silva sea candidato, todo hace pensar que el exmandatario arrasaría en las urnas, ya que duplica al candidato de extrema derecha Jair Bolsonaro, que por su parte también duplica a la tercera en las preferencias, la exsenadora Marina Silva.
El 15 de agosto el PT buscará registrar a Lula como candidato presidencial, si eso se confirma y no es inhabilitado por la Justicia Electoral, todo lleva a pensar que Brasil volverá a tener un gobierno de izquierda, en caso contrario el escenario es incierto.
Algunas conclusiones
Los actos eleccionarios de 2018 hasta el momento muestran un escenario favorable a las fuerzas progresistas en América Latina. Concluidos dos procesos eleccionarios de los cinco que marcan el calendario, encontramos que los candidatos progresistas han ganado una elección (Alvarado en Costa Rica) y la derecha otra (Abdo en Paraguay).
En ambos países ganó el oficialismo, pero se registró una reconstitución de las fuerzas progresistas paraguayas, en un país que tiene un partido político hegemónico.
En Colombia, en tanto, con un proceso electoral en el que resta el balotaje, la derecha y el progresismo dirimirán la presidencia en segunda vuelta, y por primera vez en la historia de este país hay posibilidades reales de que la izquierda acceda al gobierno nacional.
Finalmente, antes de concluir el 2018 México y Brasil celebrarán elecciones. En México el favoritismo, según las encuestas, lo tiene López Obrador, que se constituiría en el primer presidente progresista de la historia del país azteca; mientras que en Brasil, si Lula es candidato, todo hace indicar que ganaría la presidencia.
Tanto en el caso de México como de Brasil podría darse un cambio de signo ideológico del gobierno, si se confirman los datos de las encuestas, ya que los aztecas tienen una administración priista y Brasil es presidido por el derechista Temer, por más que no fue electo como presidente.
Luego de que muchos analistas han anunciado un cambio de signo ideológico en los gobiernos de América Latina las elecciones del 2018 aparecen como una oportunidad para dejar un saldo positivo para las fuerzas progresistas del continente.
El 2017 concluyó con un sabor amargo para la izquierda regional, luego del triunfo de Sebastián Piñera en Chile que sucedió a Michelle Bachelet en la Presidencia. El gobierno del mandatario trasandino engrosaba las administraciones de derecha regionales que encabezaban Mauricio Macri en Argentina y Michel Temer en Brasil, aunque este último accedió a la jefatura de Estado debido a la destitución de Dilma Rousseff, consagrándose un cambio ideológico de gobierno que no votó el pueblo en las urnas.
Cuando muchos analistas presagiaban un cambio de signo ideológico en el continente, los actos eleccionarios de 2018 muestran un escenario alentador y renovado para las fuerzas progresistas latinoamericanas.
Presente
El uribista Iván Duque y el candidato izquierdista Gustavo Petro dirimirán el 17 de junio, en balotaje, quién es el presidente de Colombia. En la primera vuelta, Duque obtuvo el 39,13% de los votos emitidos, mientras que Petro consiguió el 25,08%.
Catorce puntos porcentuales es una diferencia importante, pero no indescontable, más aún si tenemos en cuenta que el candidato que obtuvo el tercer lugar en los comicios, el exalcalde de Medellín Sergio Fajardo, quien llegó al 23,7% de los sufragios, con Coalición Colombia –colectivo electoral integrado por el Polo Democrático Alternativo, la Alianza Verde y el movimiento Compromiso Ciudadano– representa al centro y centroizquierda del electorado.
Claro está que los votos no se transfieren en forma matemática, y que no necesariamente el electorado define su opción para una segunda vuelta según el clivaje ideológico; allí juegan múltiples factores que van desde las características del candidato, la campaña electoral, las alianzas políticas, el abstencionismo, etc.
De todas formas y antes de celebrarse el balotaje surgen de este proceso eleccionario dos lecturas interesantes a tomar en cuenta: el aumento de la participación electoral y el surgimiento de una alternativa progresista con posibilidades electoralmente firmes en Colombia.
La abstención en esta oportunidad llegó al 46,62% que difiere en mucho del 62,6% de la última convocatoria de los colombianos a las urnas, en 2016, en ocasión de celebrarse el plebiscito sobre el acuerdo de paz nacional. También supera en nueve puntos el promedio histórico nacional desde la constituyente de 1994.
Finalmente la elección no solo representa chances claras y objetivas para que una fuerza progresista acceda a la Presidencia, sino que también parece consolidarse una opción real de izquierda en la política colombiana, que el tiempo y la apuesta a la unidad de sus colectivos y actores se encargará de ratificar.
Pasado
El primer mandatario en ganar una elección nacional en la región, en 2018, fue Carlos Alvarado, el 1 de abril en Costa Rica. El candidato socialdemócrata del Partido Acción Ciudadana (PAC), fue electo presidente tras obtener el 60,8% de los votos en segunda vuelta.
Carlos Alvarado, de 38 años, le ganó en segunda vuelta al candidato derechista del Partido Restauración Nacional, Fabricio Alvarado; y sucedió en el sillón presidencial a Luis Guillermo Solís, de su mismo partido político.
Unos días después, el 22 de abril, en tierras guaraníes, Mario Abdo, candidato de la derechista Asociación Nacional Republicana - Partido Colorado fue electo presidente, al derrotar con el 46,44% de los votos emitidos a Efraín Alegre, candidato progresista del colectivo GANAR, que consiguió el 42,75% de los votos.
Estas dos elecciones nos dejaron lecturas interesantes en la región; por un lado la ratificación de la opción socialdemócrata en Costa Rica, con el nuevo triunfo del candidato del PAC y la consecuente asunción de Alvarado; y por otro lado también la consolidación de la opción de derecha en Paraguay, pero con matices importantes.
Quizás un capítulo aparte merecería analizar al Partido Colorado paraguayo, ejemplo habitual de lo que es un partido político hegemónico. Los colorados gobernaron durante 60 años consecutivos su país, incluso con un período dictatorial de 35 años a cargo de Alfredo Stroessner. La hegemonía solo fue cortada en 2008, cuando Fernando Lugo ganó los comicios y presidió el país por cuatro años, para luego volver el Partido Colorado a la presidencia.
Con este escenario es más que destacable la aparición de Alegre, que con el colectivo progresista GANAR presentó una opción muy competitiva a la oferta electoral paraguaya. El tiempo confirmará si la fuerza progresista se consolida realmente para futuras contiendas.
Futuro
Más allá del inminente balotaje colombiano, el calendario electoral nos muestra que México y Brasil son los otros dos países que elegirán nuevos gobiernos. Los aztecas celebrarán elección presidencial y legislativa el domingo 1 de julio; mientras que los brasileños, el 7 de octubre, votarían presidente, legislativo y gobernaciones, si se ciñeran al calendario electoral establecido.
En el país azteca se elegirá, además de presidente, a 128 senadores (para un período de seis años) y 500 diputados federales (para un período de tres años). Quien aparece encabezando las encuestas es el candidato progresista de la alianza Juntos Haremos Historia (MORENA, Partido Encuentro Social y Partido del Trabajo), Andrés Manuel López Obrador.
Luego lo suceden el candidato de la alianza Todos por México (PRI, PANAL y Partido Verde), José Antonio Meade; el candidato de Por México al Frente (PAN, PRD y Movimiento Ciudadano), Ricardo Anaya; y los independientes Margarita Zavala (exprimera dama en la presidencia de Felipe Calderón Hinojosa –PAN–) y Jaime Rodríguez Calderón (exgobernador de Nuevo León, exdiputado por el PRI).
Si nos guiamos por las encuestas, México está cerca de tener un gobierno progresista por primera vez en su historia, que sucedería a la administración del mandatario Enrique Peña Nieto, del PRI, otro partido hegemónico que gobernó el país desde 1929 a la fecha, con las únicas excepciones de dos administraciones consecutivas del PAN, a cargo de Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012).
Hacer un análisis prospectivo con Brasil hoy es muy difícil, ya que todo se puede esperar del actual gobierno de Michel Temer. De todas formas, en un escenario en el que Luiz Inácio Lula Da Silva sea candidato, todo hace pensar que el exmandatario arrasaría en las urnas, ya que duplica al candidato de extrema derecha Jair Bolsonaro, que por su parte también duplica a la tercera en las preferencias, la exsenadora Marina Silva.
El 15 de agosto el PT buscará registrar a Lula como candidato presidencial, si eso se confirma y no es inhabilitado por la Justicia Electoral, todo lleva a pensar que Brasil volverá a tener un gobierno de izquierda, en caso contrario el escenario es incierto.
Algunas conclusiones
Los actos eleccionarios de 2018 hasta el momento muestran un escenario favorable a las fuerzas progresistas en América Latina. Concluidos dos procesos eleccionarios de los cinco que marcan el calendario, encontramos que los candidatos progresistas han ganado una elección (Alvarado en Costa Rica) y la derecha otra (Abdo en Paraguay).
En ambos países ganó el oficialismo, pero se registró una reconstitución de las fuerzas progresistas paraguayas, en un país que tiene un partido político hegemónico.
En Colombia, en tanto, con un proceso electoral en el que resta el balotaje, la derecha y el progresismo dirimirán la presidencia en segunda vuelta, y por primera vez en la historia de este país hay posibilidades reales de que la izquierda acceda al gobierno nacional.
Finalmente, antes de concluir el 2018 México y Brasil celebrarán elecciones. En México el favoritismo, según las encuestas, lo tiene López Obrador, que se constituiría en el primer presidente progresista de la historia del país azteca; mientras que en Brasil, si Lula es candidato, todo hace indicar que ganaría la presidencia.
Tanto en el caso de México como de Brasil podría darse un cambio de signo ideológico del gobierno, si se confirman los datos de las encuestas, ya que los aztecas tienen una administración priista y Brasil es presidido por el derechista Temer, por más que no fue electo como presidente.
Luego de que muchos analistas han anunciado un cambio de signo ideológico en los gobiernos de América Latina las elecciones del 2018 aparecen como una oportunidad para dejar un saldo positivo para las fuerzas progresistas del continente.
Publicado en semanario Voces. Edición del 6 de junio de 2018.
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