Como muchos domingos visité la feria de Tristán Narvaja, en busca de algún libro de esos que no pueden faltarme en la biblioteca. Recorrí los puestos habituales de la calle Paysandú, hasta toparme con un vendedor que comenzó a recomendarme libros, a mi gusto, poco atractivos.
Primero fueron novelas al estilo Corín Tellado, luego algunos libros que ya tengo y por último ingresó en el capítulo de la poesía, que sinceramente no ocupa un lugar muy destacado ni amplio en mi biblioteca.
Al afirmarle que no era un amante de la poesía, el vendedor me aseguró que en esas rimas que me ofrecía se había inspirado Eduardo Darnauchans para hacer sus canciones. Pero el convite no quedó ahí.
- ¿Sabés que día es mañana? –me dijo-.
- Lunes.
- Si, lunes. Mañana es 15 de noviembre, el Darno habría cumplido 57 años y se lo vamos a festejar, le vamos a hacer un homenaje en el Espacio Guambia a las 21 horas y es gratis.
Yo no tenía ni idea cuál era la fecha de nacimiento de Darnauchans, tuve que corroborarla en Wikipedia. Tampoco sabía que se le estuviera preparando un homenaje, una celebración de cumpleaños en el Espacio Guambia, tal como me dijo el feriante.
Una gran sorpresa me llevé también al escuchar otras acusaciones del librero, de las cuales no dudo. Según dijo acudieron a varios medios de comunicación para invitar a los festejos del cumpleaños del Darno, pero sin éxito. Solo el boca a boca les quedó como opción.
El 7 de marzo de 2007 nos abandonó, a mi juicio, uno de los mejores cantantes que dio Uruguay. En ese entonces, tal como sucede hoy con el Sabalero, se ocuparon muchos minutos en radio y televisión haciendo homenajes póstumos, recordando su legado artístico, su semblanza. Pero llegó el día en que esos homenajes dejaron de ser redituables y por lo tanto, con el tiempo, poco a poco, comenzó a difundirse cada vez menos su obra, casi al punto de desaparecer del dial, a no ser por una o dos excepciones.
Tan solo tres años pasaron del fallecimiento de Darnauchans y ya se cerraron algunas puertas que parecía que póstumamente había por fin conquistado. De todas maneras, los que lo escuchamos más allá de las modas pasajeras, seguimos levantando una copa y aún entonamos El Instrumento.
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