Lumumba: "mártir de la revolución del mundo"

Solo unos pocos medios de comunicación recordaron que este 17 de enero se cumplieron 50 años del asesinato de uno de los máximos héroes revolucionarios africanos, el congolés Patrice Lumumba.

Muchas veces los grandes poderes sociales y económicos hacen lo imposible para borrar todo rastro de los líderes revolucionarios y posiblemente ese sea el caso de Lumumba, entre otros.

Este líder africano, llamado "mártir de la revolución del mundo" por el Che Guevara, fue uno de los fundadores del Movimiento Nacional Congolés, colectivo que participó en 1959 en la Conferencia Panafricana de Accra, en donde reivindicó la independencia de su país.

Luego de varios enfrentamientos callejeros y arduas negociaciones con Bélgica, con un período de prisión incluida entre medio para Lumumba, el Congo consiguió su independencia el 30 de junio de 1960, con un costo increíble de creer: debió hacerse cargo del monto total de la deuda externa del país colonialista europeo.

Si bien la libertad no tiene precio, el Congo nació pobre y con la obligación de pagar un dinero que jamás estuvo en sus arcas ni disfrutaron sus habitantes.

Como país independiente, Congo eligió a Lumumba como primer ministro, en junio de 1960. La política elegida por el nuevo gobernante fue la antiimperialista, tratar de descolonizar totalmente la nación, pero las grandes potencias que tenían intereses económicos en territorio africano se opusieron.

A fines de 1960, a menos de seis meses de lograr la independencia, un golpe de Estado, promovido y financiado por Estados Unidos y Bélgica, derrocó al gobierno electo, asumiendo la presidencia el dictador Joseph Desiré Mobutu (más conocido como Mobutu Sese Seko).

Lumumba representaba una amenaza para Estados Unidos, que temía ante las buenas relaciones del Congo con la Unión Soviética; y también para los países colonialistas, porque el líder africano logró la independencia de su país y ese no era un buen ejemplo para el resto de las naciones del continente negro.

En la última carta dirigida a su esposa, a pocos días de su muerte, Lumumba afirmaba: "ninguna brutalidad, maltrato o tortura me ha doblegado porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados. Un día la historia nos juzgará, pero no será la historia según Bruselas, París, Washington o la ONU, sino la de los países emancipados del colonialismo y sus títeres".

Quizás por eso a nadie sorprendió que el 17 de enero de 1961, en una acción coordinada por la CIA y el servicio secreto belga, fuera asesinado Lumumba. "Responsabilidad moral" que recién fue reconocida por el país europeo en 2001, pero del que nunca se castigó a sus responsables.

Cincuenta años después el Congo continúa en un conflicto que parece interminable, que ya lleva innumerables muertos y con una intervención militar de Naciones Unidas, también llamada fuerza de paz, a la que, a la distancia, tampoco se le ve el fin ni su progreso.

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