En los últimos años desde gran parte del sistema político mundial se ha criticado a los medios de comunicación, o a los productos que desde allí se emiten, generalmente cuando estos no coinciden con los intereses o la ideología que los distintos colectivos profesan.
Es habitual escuchar que los mensajes que se comunican a través de los medios masivos, fundamentalmente los privados, son falsos, verdades a medias o que simplemente se trata de realidades deformadas por fines comerciales, sociales o políticos.
La pregunta que surge a continuación es, ¿realmente es todo falso lo que vemos por televisión, escuchamos por radio o leemos en la prensa? La respuesta es contundente: no.
Siguiendo el razonamiento que el periodista polaco Ryszard Kapuscinsky presenta en su libro Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo, a partir del auge de los medios masivos de comunicación en los últimos años del siglo XX, ya no existe una verdad en el mundo, sino dos, la que es creada por los citados medios y la de verdad.
Kapuscinsky en su teoría se refiere a que día a día vivimos en forma más intensa y como si fueran propias las historias que nos cuentan en la televisión que nuestra propia vida cotidiana, que posee más rutina y menos glamour, más pasajes anodinos y menos adrenalínicos que los que vemos en la pantalla.
Algo similar sucede con los informativos televisivos, plagados de crónica roja, en donde se construye gran parte de la sensación térmica de inseguridad que padece el pueblo uruguayo, y que sin lugar a dudas, también es absoluta verdad el producto que se emite.
Al mismo tiempo estos hechos sangrientos no son la realidad de quienes caminamos por la ciudad día a día, saludamos a los vecinos de barrio y por más que sean menores no nos roban. Entramos en los comercios a hacer las compras diarias y el almacenero no ha sido rapiñado ni pide la renuncia del ministro, y ni que hablar que hemos comido panchos en La Pasiva y difícilmente alguien haya visto un punguista ahí.
Comparto con el periodista polaco sobre la existencia de estas dos verdades, pero discrepo en que únicamente sean dos, sino que aseguro que dentro de la verdad que emiten los medios de comunicación podemos encontrar miríadas de pequeñas verdades que hacen a ese conjunto final.
Y ahí, en ese punto es en donde la izquierda uruguaya tiene, no solo una dificultad sino la obligación de encontrar los mecanismos para hacer que su verdad pueda llegar hasta el conjunto de la sociedad.
Es evidente que los grandes medios de comunicación están influenciados por blancos y colorados fundamentalmente, por la simple lógica que las ondas fueron entregadas por gobiernos de estos partidos políticos a empresarios de su mismo pelo ideológico, con el único objetivo de que luego estos fueran un canal para emitir mensajes electorales y de esta forma mantener no solo el gobierno, sino el poder.
El Frente Amplio no cuenta con un canal de televisión abierto privado afín a su ideología, más del 90% de las radios de amplitud modulada pueden considerarse cercanas a la derecha y de los cinco diarios de tiraje nacional tres son claramente identificables con blancos y colorados.
Volviendo a la teoría de Kapuscinsky, la ciudadanía también construye entonces su verdad ideológica a partir de los medios de comunicación, para lo cual obtiene los insumos o materias primas que las líneas editoriales de estos le ofrecen, que muchas veces son múltiples y contradictorias, pero siempre tienen un peso mayor en el plato derecho de la balanza.
Si la intención de la izquierda es hacer llegar en forma descontaminada sus políticas de gobierno y su pensamiento político, es imperioso el comienzo de un debate en el cual uno de los puntos a discutir ha de ser cuál es el medio para poder hacerle llegar a la población su propia verdad.
Publicado en el número 4 de Mate Amargo, edición de agosto de 2012
www.mateamargo.org.uy
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