Luis Purtscher presidente del Comité Nacional para la Erradicación de la Explotación Sexual Comercial (Conapees) recordó al Participando que “de las 130 denuncias que hemos hecho en los últimos años solo en 23 casos hubo procesamientos de explotadores o contribuyentes a la explotación, y son todos de clase social muy similar a la de las víctimas, pero nunca cayó un empresario, un político, una jerarquía institucional, un empresario de modelos, etc. esto habla del tema y como hay escenarios de impunidad para algunos sectores de la población”.
“Por eso el caso de Paysandú se vuelve paradigmático, que De los Santos sea procesado por el delito que si o si cometió, que es el de contribución a la explotación sexual comercial, es una condición sine qua non. Si ese caso se resuelve desde ese punto de vista habremos avanzado como país en la temática, pero si se lo procesa por abuso innominado de funciones, que es un delito excarcelable, estaremos ante la generación de un espacio de impunidad que colaborará con la reproducción del fenómeno y con el ideario del “acá no pasa nada”, porque habría sectores de la sociedad que para la Justicia son intocables. Este es un caso de límites, es una frontera”, aseveró Purtscher.
“Los testimonios de las gurisas dicen claramente que hubo una promesa de retribución a la explotación sexual comercial, el exsecretario es detenido por la policía con una de las gurisas y concuerda con la promesa, lo complejo es que ¿los testimonios de las menores víctimas no valen para la justicia? ¿Vale más el de los presuntos delincuentes? por eso es un caso paradigmático y nos jugamos el avance o el retroceso del tema”, subrayó.
Uruguay es un “país de origen, tránsito y destino” para la trata de personas con fines de explotación sexual, y no tenemos cifras reales de la problemática, ya que se da un fenómeno de subregistro y lógicamente no es posible realizar una encuesta. Particularmente en Paysandú, además, se presenta un “escenario complejo” en la aparición de estos casos.
Existen causas estructurales en la prostitución infantil, que tiene que ver con “cómo se matriza el materialismo, en cómo todo se convierte en mercadería, en este mercado en donde todo parece estar en venta o al menos en alquiler”. También está vinculado “con los cambios y pautas en el mundo del trabajo, del consumo y con el desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación", dijo Purtscher.
Por otro lado, "un pedófilo probablemente tenga la condena de toda la sociedad en su conjunto y puede ser objeto de un linchamiento, pero quizás el cabecilla de ese linchamiento no tendría problemas en pagarle por sexo a una menor de 16 años. Estas paradojas conviven, son relaciones de poder, de género y dominación".
Es que “el cuerpo de los más frágiles, de los más pobres y los más violentados son el objeto de deseo de hombres, básicamente, que se sienten con derecho a comprar eso que desean y no poseen”.
Juventud y belleza
Habitualmente cuando los menores son víctimas de nuestra sociedad se los hace “desaparecer” de la opinión pública o “paradójicamente son tratados como culpables. En el caso de las gurisas se dice: “mirá como está vestida”, “está provocando”, “si viene de una familia de putas va a ser puta”, etc. Toda esta depositación del problema genera estigmatización en este adolescente que está siendo violentado en sus derechos humanos, porque en este proceso se convierte en una mercancía, en una cosa que circula en el mercado”.
“Los jóvenes y los adolescentes hoy son vistos como peligrosos, pero por otro lado son deseados. Todo el mundo quiere lucir como joven, desea lo que ellos tienen: juventud y belleza. Es el carácter hedonista de la sociedad guiado a las pautas en el consumo”, afirmó Purtscher.
El presidente de la Conapees recordó que el filósofo polaco Zygmunt Bauman establece que en la sociedad al inicio se dio el consumo por carácter instrumental, “yo compro esto porque lo preciso”, luego fue el deseo, “quiero esto para satisfacer mis necesidades no solo materiales sino espirituales” y hoy estamos en la etapa del anhelo, en donde ya el objeto no es lo importante sino desecharlo rápidamente para volver a comprar otro.
“Cuando el objeto de desecho es un niño o adolescente deberíamos ser interpelados por la sociedad por el camino que estamos siguiendo en la construcción social y también el papel que les estamos adjudicando: odiados y demonizados por un lado y envidiosos de lo que tienen por el otro”, expresó.
Además, el hecho que la sociedad uruguaya esté avejentada "sin dudas juega" su papel, ya que pretende juzgar desde sus valores las nuevas construcciones a las que estamos asistiendo.
“Se dice que los jóvenes son violentos, pero ¿en qué sociedad se criaron y quiénes fueron los que crearon esa sociedad?; se dice que pasan más tiempo conectados al mundo virtual, pero nosotros les compramos las máquinas, desarrollamos los programas y no estamos a su lado para acompañar su acceso a la tecnología; se dice que no quieren saber nada con el estudio y la educación formal, pero los programas son obsoletos, el compromiso docente es heterogéneo y la formación docente no se toca hace tiempo; decimos que los gurises no se adaptan a las instituciones, como si fueran ellos los que deben adaptarse y no las instituciones cambiar; cuando un botija abandona la educación se dice que deserta, como si fuera un militar que abandona el campo de batalla y no cuestionamos las condiciones que ha tenido para desarrollar sus capacidades en ese sistema; se dice que consumen mucho alcohol, pero ¿quién se los vende, quién les dio el dinero y quién armó la industria? Si mirás cada uno de los temas en donde son señalados y estigmatizados, siempre hay una vuelta de tuerca que te deja ver que hay otra mirada para esa realidad”, aseguró Purtscher.
Publicado en Participando, edición de agosto de 2013
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