Nadie puede tener dudas de que los medios de comunicación son un factor determinante en las campañas electorales. Medios que tienen su perfil editorial y también sus intereses políticos y económicos. Medios que son los responsables en brindar espacios a unos o a otros, de censurar y de publicar fakes news.
En la campaña electoral chilena en 2017 el candidato presidencial izquierdista Alejandro Navarro fue invitado a radio Duna. Allí, el periodista Matías Del Río, olvidó su rol y confrontó en forma muy vehemente con el político: “Yo creo que usted no debiera estar sentado aquí”, fueron las palabras de bienvenida del comunicador.
“Creo que usted no está a la altura en esta competencia democrática” y que “le quita dignidad a las candidaturas presidenciales”, aseveró Del Río. El enojo del periodista se debía a un debate presidencial en el cual Navarro arrojó monedas al aire, interpelando al en ese entonces también candidato Sebastián Piñera, uno de los hombres más ricos del mundo, por haber pedido préstamos bancarios para financiar su campaña.
“¿Sabes qué? Estoy aquí porque me lo he ganado. Porque represento a un sector de la izquierda”, le respondió Navarro, que tuvo que soportar ese día y durante toda la campaña electoral los embates y la invisibilización de muchos de los medios de comunicación más poderosos de Chile. Claro, muchas de estas empresas estaban vinculadas de una u otra forma al millonario Piñera.
Casi dos años después toca volver a constatar en una campaña electoral el peso del poder de los medios. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, al ser entrevistado en La Sexta por Antonio García Ferreras, luego de producirse un debate en el que el político denunció fakes news elaborados por el periodista Eduardo Inda –integrante de ese canal– provocó el enojo del presentador.
En el medio de la ardorosa entrevista televisiva en directo García Ferreras dijo: “si hay un medio de comunicación que cuando las presiones eran brutales y cuando las operaciones contra ustedes eran brutales, que dio la cara para que ustedes tuvieran espacio, y no tenían 5 millones de votantes, era La Sexta”.
Luego añadió: “que a mí me presione el PP de (Mariano) Rajoy o el PSOE de (Alfredo Pérez) Rubalcaba porque no quieren verles en esta antena, es normal. Que había presiones de sectores económicos importantes, claro”.
Sería de inocentes desconocer las presiones de los partidos políticos del establishment y de grandes grupos empresariales sobre los medios de comunicación, situación lamentable que se da en cualquier país y continente. Pero lo que queda de manifiesto también es el juego de algunos de esos medios, prestarse a maniobras, ser cómplices o sencillamente no denunciar cuando existen presiones. Porque de eso también va la calidad democrática, de la cristalinidad, del derecho ciudadano a saber quién es quién y cómo procede en política.
Pero los errores de este escenario no se circunscriben exclusivamente a la responsabilidad de los medios, también los políticos se equivocan cuando generalizan, interpretan y afirman que todos los periodistas forman parte de este eje del mal.
Los periodistas son trabajadores dependientes económicamente de un patrón, pero así y todo, en más de una oportunidad se juegan su fuente de ingreso al ser el primer dique de contención ante operaciones políticas o fakes news, por el solo hecho del amor a la profesión y por buscar lo que se encuentra más cerca de la verdad.
Publicado por El Siglo de Guatemala. Edición del 17 de abril de 2019.
Publicado por El Hurón. Edición del 17 de abril de 2019.
Publicado por El Nuevo Diario de República Dominicana. Edición del 17 de abril de 2019.
Publicado por Correo del Sur de Bolivia. Edición del 18 de abril de 2019.
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