Hace algunos años leí, en algún texto vinculado a la historia reciente –reconozco que no recuerdo en cuál–, unos apuntes desclasificados sobre un espía que en plena Guerra Fría informaba a sus superiores que algo raro sucedía en Montevideo. Les explicaba que era un día de semana, en horario laboral, en verano y las playas estaban atiborradas de gente. Por ende, o nadie trabajaba o cabía la posibilidad de que existieran muchos otros espías.
Es que enero es un mes especial en muchos de los países de América Latina. El arribo de la temporada estival en el Río de la Plata hace que las calles de Montevideo, por ejemplo, estén reservadas para unos pocos que no se pudieron ir de vacaciones, que las avenidas sean fácilmente transitables por los vehículos y que por momentos desaparezca el tibio estrés que puede existir de este lado del charco.
Esa calma temporal choca y se da de bruces con lo que sucede en otros puntos de la región, donde las revueltas, las luchas y la resistencia de unos cuantos no dan tregua. Es que las urgencias no saben de vacaciones.
Millones de personas continúan reclamando sin cesar por sus derechos vulnerados –los más elementales en algunas oportunidades–, en movilizaciones que trascienden nuestra América Latina y que también alcanzan países del primer mundo, como Francia y España. Individuos que, en determinados casos, son reprimidos con toda la fuerza de gobiernos que no escatiman en palos, balas, ni gases; ni se responsabilizan por cegueras, mutilaciones o incluso muertos.
Con ese marco coyuntural una luz que puede convertirse en esperanza se encendió en Chile, que desde la Comisión de Derechos Humanos del Senado ha propuesto un alto, una instancia de pensamiento, reflexión y acción, con actores políticos y sociales de primer nivel de muchos países latinoamericanos, Canadá, Francia y España.
En América Latina, y en el mundo entero, siguen existiendo desigualdades gigantescas en el marco de los derechos humanos, en países como Uruguay por ejemplo, durante los gobiernos frenteamplistas se realizó una verdadera revolución, que ahora deberá protegerse: matrimonio igualitario, ley de interrupción voluntaria del embarazo, ley integral para personas trans, legalización de la venta de marihuana para uso recreativo y medicinal, regularización del trabajo doméstico, jornadas de ocho horas para los trabajadores rurales, leyes de responsabilidad empresarial y un largo etcétera sobre el que se debe seguir avanzando.
Pero el Foro de Derechos Humanos –entre el 23 y 25 de enero– es en Chile, un país en donde aún está vigente la Constitución de Pinochet, y donde resulta imprescindible avanzar en verdad, justicia y reparación; y donde entre otras figuras mundiales estará presente el juez español Baltasar Garzón, quien promovió una orden de arresto contra el dictador trasandino por sus crímenes de lesa humanidad.
Además del jurista andaluz se encontrarán varios de los más destacados profesionales del derecho, que no deberían dejar pasar la oportunidad de desentrañar los mecanismos de la tan mentada judicialización de la política y dotarnos de herramientas o alternativas para resguardar a nuestras sociedades.
Una oportunidad diferente, una alternativa, un momento de pienso colectivo y de acción, luego dependerá de nosotros interpretar un nuevo instrumento cuya melodía ampare a los más desprotegidos y garantice la igualdad y los derechos de todos.
Publicado en:
El Hurón. Edición del 8 de enero de 2020.
El Siglo de Guatemala. Edición del 8 de enero de 2020.
Prensa Objetiva de Guatemala. Edición del 8 de enero de 2020.
Magangué Hoy de Colombia. Edición del 9 de enero de 2020.
El Nuevo Diario de República Dominicana. Edición del 9 de enero de 2020.
El Periódico de Tarija, Bolivia. Edición del 9 de enero de 2020.
Pueblo Guerrero de México. Edición del 9 de enero de 2020.
Nuevo Sur de Bolivia. Edición del 10 de enero de 2020.
La República de Uruguay. Edición del 13 de enero de 2020.
Diario Extra de Costa Rica. Edición del 18 de enero de 2020.
El Peruano de Perú. Edición del 25 de enero de 2020.
Es que enero es un mes especial en muchos de los países de América Latina. El arribo de la temporada estival en el Río de la Plata hace que las calles de Montevideo, por ejemplo, estén reservadas para unos pocos que no se pudieron ir de vacaciones, que las avenidas sean fácilmente transitables por los vehículos y que por momentos desaparezca el tibio estrés que puede existir de este lado del charco.
Esa calma temporal choca y se da de bruces con lo que sucede en otros puntos de la región, donde las revueltas, las luchas y la resistencia de unos cuantos no dan tregua. Es que las urgencias no saben de vacaciones.
Millones de personas continúan reclamando sin cesar por sus derechos vulnerados –los más elementales en algunas oportunidades–, en movilizaciones que trascienden nuestra América Latina y que también alcanzan países del primer mundo, como Francia y España. Individuos que, en determinados casos, son reprimidos con toda la fuerza de gobiernos que no escatiman en palos, balas, ni gases; ni se responsabilizan por cegueras, mutilaciones o incluso muertos.
Con ese marco coyuntural una luz que puede convertirse en esperanza se encendió en Chile, que desde la Comisión de Derechos Humanos del Senado ha propuesto un alto, una instancia de pensamiento, reflexión y acción, con actores políticos y sociales de primer nivel de muchos países latinoamericanos, Canadá, Francia y España.
En América Latina, y en el mundo entero, siguen existiendo desigualdades gigantescas en el marco de los derechos humanos, en países como Uruguay por ejemplo, durante los gobiernos frenteamplistas se realizó una verdadera revolución, que ahora deberá protegerse: matrimonio igualitario, ley de interrupción voluntaria del embarazo, ley integral para personas trans, legalización de la venta de marihuana para uso recreativo y medicinal, regularización del trabajo doméstico, jornadas de ocho horas para los trabajadores rurales, leyes de responsabilidad empresarial y un largo etcétera sobre el que se debe seguir avanzando.
Pero el Foro de Derechos Humanos –entre el 23 y 25 de enero– es en Chile, un país en donde aún está vigente la Constitución de Pinochet, y donde resulta imprescindible avanzar en verdad, justicia y reparación; y donde entre otras figuras mundiales estará presente el juez español Baltasar Garzón, quien promovió una orden de arresto contra el dictador trasandino por sus crímenes de lesa humanidad.
Además del jurista andaluz se encontrarán varios de los más destacados profesionales del derecho, que no deberían dejar pasar la oportunidad de desentrañar los mecanismos de la tan mentada judicialización de la política y dotarnos de herramientas o alternativas para resguardar a nuestras sociedades.
Una oportunidad diferente, una alternativa, un momento de pienso colectivo y de acción, luego dependerá de nosotros interpretar un nuevo instrumento cuya melodía ampare a los más desprotegidos y garantice la igualdad y los derechos de todos.
El Hurón. Edición del 8 de enero de 2020.
El Siglo de Guatemala. Edición del 8 de enero de 2020.
Prensa Objetiva de Guatemala. Edición del 8 de enero de 2020.
Magangué Hoy de Colombia. Edición del 9 de enero de 2020.
El Nuevo Diario de República Dominicana. Edición del 9 de enero de 2020.
El Periódico de Tarija, Bolivia. Edición del 9 de enero de 2020.
Pueblo Guerrero de México. Edición del 9 de enero de 2020.
Nuevo Sur de Bolivia. Edición del 10 de enero de 2020.
La República de Uruguay. Edición del 13 de enero de 2020.
Diario Extra de Costa Rica. Edición del 18 de enero de 2020.
El Peruano de Perú. Edición del 25 de enero de 2020.
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