Hortensia era la
cocinera de la Pío XII. Un día, un padre referente del medio, la consultó sobre
si había escuchado un programa determinado, a lo que la mujer, dudando,
respondió que sí. El religioso notó que no ero cierto, por lo que se decidió a
indagar el motivo. Finalmente, la trabajadora reconoció que no era una fiel
oyente: “Con su perdón padre, pero la Pío es aburridora. Palabras nomás dicen.
Música siquiera pongan, como ser huainitos”.[1]
Este añoso
ejemplo grafica muy bien la efectividad del entretenimiento para hacer llegar los
mensajes a la masa social, sean estos culturales o educativos, así como también
políticos.
Quizás para
muchos ha pasado desapercibida o no le han dado la relevancia que amerita a la
reciente campaña del electo candidato a gobernador de Nuevo León, Samuel García
y su esposa, Mariana Rodríguez, que trasciende lo anecdótico y nos enseña un
nuevo rumbo que ha tomado la política.
Mariana es una influencer de 25 años, que solo en su
cuenta de Instagram tiene casi dos millones de seguidores. Desde sus redes
promueve productos comerciales, fundamentalmente vinculados a cosmética y
belleza, pero en estos últimos meses cambió la mercancía: un candidato a
gobernador, su marido.
No es novedad que
la política se valga del entretenimiento y del espectáculo para ganar
adhesiones. La mayoría de los candidatos lo hacen en mayor o menor medida para
alcanzar determinados públicos que de otra forma les resultan renuentes.
Tampoco es nuevo el uso de las redes sociales en la política, incluso en estos
momentos resulta vital y es un área de la campaña que ha cobrado mucha fuerza,
más aún en épocas de pandemia y de reducción de la movilidad ciudadana.
Es evidente
también que el contenido político comienza a perder terreno ante esta política
del espectáculo, al punto que ya es moneda corriente encontrarnos con políticos
que intentan divertirnos en TikTok o en los mismos medios de comunicación
–muchas veces en escenas notoriamente forzadas–, sin importar si hacen el
ridículo o mellan su reputación.
Samuel García
comenzó su campaña con 13% de apoyo, en cuarto lugar. En tan solo dos meses
creció hasta el 26% y el pasado 6 de junio ganó la gobernación. El secreto: un
mensaje político promovido desde las redes sociales de una influencer.
Mariana utiliza
calzado deportivo naranja fosforescente, tal como lo enseña en uno de los
primeros videos de campaña. Son “fosfo, fosfo”, dice con gracia la joven
blonda. Esta publicación, para muchos banal, tuvo cientos de miles de
visualizaciones en las redes sociales. Su éxito fue tal que llevó a que
Movimiento Ciudadano –el colectivo por el que postuló Samuel– modificara su
color institucional para adaptarlo al de los tenis de la influencer, así como también se decidió colocar cartelería en la
ciudad con la grifa del partido y la inscripción Fosfo, Fosfo.
El impacto de la
campaña es tan grande que concitan la atención mediática mexicana. En un
informe televisivo se ve a Samuel diciendo que su estrategia consiste en hacer
calle, conversar con la gente y pegar adhesivos en los autos. Luego las
imágenes muestran aglomeraciones y una multitud de personas haciendo una cola,
esperando para sacarse una selfie…
con Mariana. Es más, el candidato no fue al punto de encuentro, lo cual pasa
inadvertido para la mayoría, porque sí está ella, que luce una remera fosfo, fosfo que porta el mensaje central: Yo saqué a la vieja política.
El informe sigue
con los testimonios de los presentes, que no están interesados en las
propuestas del futuro gobierno. Los argumentos del voto refieren a la simpatía
por la pareja o exclusivamente por la figura de ella, una adhesión basada en el
relato del reality show que la influencer construyó en sus redes
sociales, y que incluso obvian características de su marido que serían nocivas o
fatales para otros candidatos, vinculadas a episodios de machismo y de
superficialidad. A modo de ejemplo, en un vivo del matrimonio, Samuel le ordenó
a su esposa que cambiara de posición porque estaba “enseñando mucha pierna”.
Sin la presencia
de Mariana parece difícil que el candidato de Movimiento Ciudadano ganara la
elección, aunque esta afirmación sea difícil de probar. Incluso los brigadistas
afirmaron que cuando la influencer no
estaba con ellos pegaban un 90% menos de adhesivos en los vehículos, porque no
encontraban receptividad en la gente.
Samuel logró transferir los likes de su esposa en votos propios, y consiguió el respaldo popular de personas que parecen estar más interesadas en el entretenimiento que en las medidas gubernamentales que regirán su vida y la de sus vecinos. Es el triunfo de lo banal sobre el contenido, del producto de marketing sobre las propuestas y posiblemente una muestra de hacia dónde se está encaminando la política actual en todo el mundo.
[1] El huaino es una música popular del
altiplano.
El Siglo de Guatemala, edición del 23 de junio de 2021.
El Hurón de España, edición del 23 de junio de 2021.
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