El fútbol islandés irrumpió en mi vida

Nunca tuve muy presente a Islandia. Recuerdo que muchos años atrás se decía que toda su población junta podría congregarse en el estadio de Maracaná, pues en ese entonces eran menos de 200 mil habitantes (hoy, según Wikipedia son 320.000).

Tenía muy clara su posición en el mapa: una isla ubicada al norte de Europa, que apenas superaba los 100.000 kms2 , y que por su ubicación geográfica, sin dudas, es víctima de climas muy gélidos.

La sociedad islandesa es muy desarrollada y cuenta con tecnología muy avanzada. En 2008 atravesó su peor crisis económica que dejó al país muy maltrecho, pero solo un año después, Naciones Unidas lo calificó como el tercer país más desarrollado del mundo.

Culturalmente, en determinado momento conocí la música de Björk, pero tiempo después me enteré que era islandesa. De fútbol realmente no sabía nada vinculado a este país, más allá de que un jugador llamado Eiður Smári Guðjohnsen jugó en clubes como el Barcelona, Mónaco, Chelsea y Tottenham.

Hoy increíblemente el poder de los medios, especialmente los audiovisuales, han llevado al fútbol islandés a su máximo punto de popularidad, a pesar de que aún no han podido clasificar a jugar instancias como Mundiales, Olimpíadas y Eurocopas, así como tampoco ningún club ha ganado ningún campeonato internacional, ni tan siquiera alcanzar los primeros lugares de los mismos.

El Stjarnan Gardabae va sexto entre doce equipos que disputan la liga islandesa, pero sus goles últimamente se transmiten al mundo entero, no producto de la factura técnico-futbolística, sino por lo elaborado de sus festejos.

“El salmón” los hizo conocer internacionalmente. Luego de convertir un penal, Halldór Björnsson Orri, realizó una compleja coreografía, junto a sus compañeros de equipo, que simulaba pescar un salmón. La iniciativa tuvo tal éxito que cada vez que el equipo convierte un gol presenta una nueva representación. Así aparecieron “La bicicleta”, “Rambo”, “El baile”, etc.

Seguramente el Stjarnan Gardabae no gane el campeonato y el fútbol islandés seguirá teniendo un nivel bajo, más incluso a partir de estas prácticas que llevan a que el equipo utilice tiempo de los entrenamientos en la generación y ensayo de nuevas coreografías.

La popularidad que brindan los medios de comunicación, fundamentalmente los audiovisuales, muchas veces terminan operando en la cotidianeidad laboral de los colectivos, pero está en ellos el optar por la apuesta al ser laboral o mediático.

Claro está que también podrá decirse que la amplificación de estas iniciativas pueden redundar en una mayor participación de público en los campos deportivos, y por ende llevar a la profesionalización del fútbol en la isla... pero esta realidad parece un poco más lejana.

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