Las palomas de Fidel


Este viernes 13 de agosto el líder cubano Fidel Castro Ruz cumplió 84 años de edad. Doctor en derecho civil y licenciado en derecho diplomático, este hombre fue el encargado de derrocar al dictador Fulgencio Batista y llevar adelante la revolución cubana que se instaló en la isla a partir de su triunfo, el 1 de enero de 1959 y se mantiene hasta nuestros días.

Castro será recordado siempre por ser el líder de la revolución cubana, pero mucho se le debe de reconocer también en el área de la comunicación política, tanto desde el plano discursivo hasta determinadas apariciones de claro corte mediático que ha efectuado a lo largo de su vida.

Actualmente marchamos en tiempos de simbología política, cuyo paso parece marcado por Obama, las redes sociales y la telepolítica, pero ya en ese año de 1959 los movimientos revolucionarios utilizaban estrategias que aún no han sido lo suficientemente analizadas por los académicos de hoy.

El 1 de enero de 1959 se proclamó el triunfo de la Revolución Cubana, mientras que el 8 del mismo mes Castro ingresó a La Habana, vestido con su atuendo de guerrillero y acompañado por el Che Guevara, Camilo Cienfuegos y muchos de sus compañeros revolucionarios. La dictadura había caído. El pueblo cubano revivía el ícono máximo de la historia épica: el sacrificado héroe había vencido al villano poderoso.

Ese 8 de enero, el líder cubano, dueño de un discurso encantador, se dirigió a las masas esperanzadas ante el advenimiento de una nueva era. Allí, en el momento de mayor efervescencia, aparecieron ellas. Tres palomas blancas llegaron volando hasta el lugar en donde se desarrollaba la oratoria, dos se pararon en las barandillas del estrado, mientras que la restante se posó suavemente sobre el hombro de Fidel.

La aparición de estas tres palomas tuvieron un fuerte impacto en la sociedad cubana, en los que vieron el discurso en vivo y en aquellos que conocieron después la historia ya mitificada, pues significaba la “bendición” a la revolución.

Las palomas eran blancas, símbolo de la paz y se posaban sobre el hombro, nada menos, que del elegido para terminar con la tiranía de Batista. Además eran tres, número que representa a la divina trinidad. Estos símbolos son muy contundentes en un pueblo profundamente católico como el cubano.

En ese entonces pocos imaginaban que las aves estaban amaestradas y que se trataba de un recurso de comunicación política para fijar un concepto: la revolución cubana estaba bendecida, contaba con un elegido y venía a traer la paz.

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