Chatarra electrónica: un problema sin solución

Uruguay no cuenta con un sistema de gestión ni con una normativa que establezca lineamientos sobre el tratamiento y disposición de la chatarra electrónica. Estos artículos, altamente contaminantes, son casi imposibles de reciclar. De todas maneras hay algunos organismos que se encuentran abocados a trabajar en esta área, fundamentalmente en lo que es capacitación, servicios de recolección y almacenamiento.

Se define como chatarra electrónica a todo equipo electrónico y sus baterías o elementos de energía. Son artículos que tienen metales pesados que son altamente contaminantes, de los cuales además no se puede recuperar casi nada de él, “no hay manera de reprocesarlo”, explicó Grompone.

En este tipo de artículos se pueden hallar materiales que son de alto valor económico, como por ejemplo el cadmio, el litio e incluso el plomo, pero las cantidades que tienen y la manera en que se encuentran llevan a que sean difícilmente recuperables.

El destino final de la chatarra electrónica entonces es la basura. “Como todos los elementos que no son recuperables, terminan en la basura, y en este caso, por ser contaminantes se requeriría que fuera una basura con tratamiento especial”, subrayó Grompone.

El problema no es exclusivo de nuestro país, “se ve en todos lados a igual escala. Lo que pasa es que los países desarrollados tienen trucos para resolver el problema. Ellos tienen más equipos electrónicos por habitante y los cambian más rápido, pero han inventado una manera muy ingeniosa para deshacerse de los mismos, que es vendérselos al tercer mundo”.

Naciones Unidas declaró que la chatarra electrónica no puede exportarse de un país a otro, así que lo que hacen es presentarnos “una oferta de equipos baratos, computadoras o equipos reciclados, que han sido usados en el primer mundo y vienen para aquí, es una manera elegante de librarse de la basura electrónica, que llega al tercer mundo como destino final”, denuncia el ingeniero.

“No existe una solución” para resolver la problemática de la chatarra electrónica. “La única medida que se puede adoptar es la precaución de tratar los residuos electrónicos de una manera similar a los nucleares: hacer un pozo, con condiciones geológicas adecuadas y enterrarlos”, dice Grompone.

Además, el reciclaje del material electrónico es muy escaso, porque si bien tienen metales, no son puros, son de muy mala calidad.

En Uruguay no existe una cultura de clasificación de ningún tipo de residuos, por lo que habitualmente todo termina en el contenedor de la basura. En otros países la clasificación es habitual, se separan metales, vidrios, plásticos y materia orgánica que son todos reciclables y se deja fuera los residuos electrónicos que no son reciclables.

El negocio de la basura

“La basura es un gran negocio, muy rentable en todos lados. La mafia de Nápoles controla la basura, por ejemplo. El procesamiento de la basura es un gran negocio y debería dar excedentes su manejo”, sostuvo Grompone.

Según el ingeniero con un buen sistema de reciclaje “se generarían puestos laborales de calidad. Con el compost, por ejemplo, que es un abono orgánico muy preciado, carísimo y sale del reciclaje de la materia orgánica”.

“El reciclaje es un negocio es rentable, por eso los clasificadores no se pueden sacar así nomás de la calle, porque no se les puede ofrecer un trabajo equivalente en rentabilidad”, añadió Grompone.

En referencia al trabajo de los recolectores vinculado a la chatarra electrónica, el experto relativizó su eficacia al entender que “puede ayudar”, pero por ejemplo en televisores y computadoras el valor principal es el del tubo de imagen de vidrio, que se están dejando de lado por el ingreso de monitores de cristal líquido o plasma, mientras que “nunca eliminan el problema del metal pesado”.

RAEE como fuente laboral

La chatarra electrónica resulta también una fuente laboral para algunos emprendedores en nuestro país. En los últimos años unas pocas empresas han comenzado a desarrollar labores en esta área y también han surgido emprendimientos personales.

Tal es el caso de Celuloide SA (ex MA&A) que se fundó en 2001. Esta empresa ofrece un “servicio de gestión de residuos especiales, con un enfoque que busca ofrecer recolección a los generadores, empresas e instituciones, y una ubicación para cada flujo de residuos que producen”, explicó la asesora de Ambiente, Higiene y Seguridad de la empresa, Ana Luisa Arocena.

De todas formas Celuloide SA “no puede con todos los materiales, hay algunos que tenemos la capacidad de tomarlos y gestionarlos, pero otros requieren distinto tipo de tratamiento”. De esta forma, los ingresos de la empresa se dan por el servicio de gestión de residuos y por la venta de materiales.

Arocena destaca que los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE), “en criollo les decimos chatarra electrónica”, son “recibidos y procesados” por la empresa, “buscando el máximo aprovechamiento de materiales, y lo que no se puede reciclar se le da un destino adecuado, que es el enterramiento”. La asesora de Celuloide SA aclaró que la empresa intenta “pelear contra el vertido no adecuado” de los RAEE.

La asesora de Celuloide afirmó que es necesario que el país cuente con “un ordenamiento jurídico y financiero” que precisen claramente “quién paga estos servicios y cómo se reparten los costos según las responsabilidades”.

“El principio ambiental básico es que el que contamina paga”, por lo tanto cada empresa o ciudadano “se tiene que hacer cargo de los residuos” que genera, por más que en muchos casos, a través de los tributos, esta responsabilidad se delega a las administraciones departamentales.

“Si soy usuario de un par de computadoras me tengo que ocupar de los costos de esa computadora residuo y no mi vecino, tampoco lo podemos cargar a los tributos porque sería inequitativo”, señala Arocena y recuerda que “en Europa se ha impuesto el concepto de la responsabilidad extendida al fabricante; la empresa que lanza al mercado el artículo ejerce y reúne el ejercicio de esa responsabilidad”.

Ante esta situación, la gestión de RAEE hoy alcanza fundamentalmente a las empresas, pero no a los domicilios, ya que los particulares no quieren pagar por el trabajo.

El servicio de Celuloide puede ser contratado a través del teléfono 2312 9042.

Reciclaje de chatarra electrónica

Hace ya cinco años que Raúl Rodríguez incursionó en el rubro del reciclaje de chatarra electrónica, cuando fundó junto a un compañero, que al igual que él era clasificador, la Sociedad de Hecho Crecoel.

Luego de recibir apoyo y capacitación de parte de diversas instituciones como la ONG San Vicente o el Claeh, fundamentalmente en marketing, administración de empresas y gestión ambiental, Rodríguez fundó la primera empresa privada de tratamiento y recuperación de materiales procedentes de residuos electrónicos.

Se trabaja básicamente con empresas privadas, a las que se les da “un presupuesto, se levantan los equipos, se los lleva a planta y se reciclan”, explica uno de los titulares de la iniciativa.

“Reciclamos plaquetas, cobre, plásticos, aluminio y chatarra ferrosa”, mientras que lo no reciclable es embalado, indica Rodríguez.

La empresa funciona en el PTI del Cerro, en un galpón que tiene 160 metros cuadrados, pero se encuentran buscando un nuevo local para trabajar, ya que los titulares del predio les solicitaron que se vayan, según dijo Rodríguez.

Crecoel tiene hoy unos setenta clientes y muy buenas perspectivas de crecimiento, pero están en estos momentos rechazando trabajo ante esta situación. “Hoy trabajamos solo dos personas, porque tenemos mucho stock en el galpón y tenemos que rechazar trabajo”. Por la demanda existente “podríamos ser hasta nueve trabajadores”, sentenció.

Los servicios de Crecoel pueden ser contratados llamando directamente a Raúl Rodríguez al 094 121353.

Reducir la generación y reciclar

Los expertos que trabajan vinculados a la chatarra electrónica destacan la importancia de la capacitación como un elemento vital. En ese sentido, “Cempre (Compromiso Empresarial para el Reciclaje) es una asociación civil sin fines de lucro que brinda formación técnica. Fue fundada por empresas líderes en Uruguay, preocupadas en promover la reducción de la generación de residuos y la promoción del reciclaje”, indicó la secretaria ejecutiva de la organización, María José González.

El colectivo cuenta con Montevideo Refrescos, Unilever, Salus, Nuvó Tupperware, Inca y Tetra Pak como socios, además de ATD, LKSur y CSI, que son consultoras, que actúan como colaboradores. Estas empresas “buscan dar un servicio a la sociedad”.

Cempre trabaja en tres ejes diferenciados: educación, vinculación e investigación. Asimismo brinda información a través de su página web (www.cempre.org.uy) y pone a disposición una biblioteca vinculada a la temática.

“Nuestro trabajo también se enfoca en facilitar la información sobre los servicios existentes en el mercado: quiénes reciclan, quiénes transporta, dónde conseguir equipamiento, etc. Además buscamos vincular actores que estén trabajando en esta área y realizamos seminarios para discutir la temática”, expresó González.

En lo vinculado a educación, los cursos se enfocan fundamentalmente hacia el personal municipal, técnicos que quieran formarse en esta materia y empresas que comienzan un plan de gestión interno. Las charlas se enfocan a la gestión integral de residuos, no solo a la chatarra electrónica.

En lo que tiene que ver con las precauciones que pueden adoptarse para paliar la problemática de la chatarra electrónica, González explicó que “lo primero y básico es apuntar a la reducción del consumo excesivo de los elementos electrónicos, haciendo el uso más racional posible; segundo, promover la reutilización de la chatarra electrónica, por ejemplo dando equipos a zonas más carenciadas solo cuando los mismos funcionan; y finalmente promover el sistema de reciclaje si hay un mercado que sea capaz de absorberlo”.

También se mostró favorable a utilizar el concepto de responsabilidad extendida, que hoy se aplica en la Ley de Envases y con las baterías de plomo ácido. Se trata de que “cuando alguien importa o vende algún tipo de producto, quien lo consume tiene que volver y ocuparse de su retorno al sistema”.

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