El miedo y la amenaza primero siempre


Si, está claro que hoy no es un día más. Hoy se cumplen 39 años del golpe de Estado, pero no soy afecto a recordar año a año este aniversario, lo tengo presente, pero reconozco que no lo rememoro cada 356 días.

Nací muy poco antes del golpe de Estado, crecí y comencé mi educación en la dictadura cívico militar. Respiré miedo sin saber de qué se trataba, porque mi casa era de esas en las que la represión logró que no se hablara de algunos temas.

Con el regreso de la democracia las heridas sociales que dejó la dictadura comenzaron a cicatrizar muy lentamente, y con ello empezó, también muy lentamente, a florecer la información y tras ella la verdad de los hechos, que estuvo (y está) tantos años oculta.

Hoy la sociedad uruguaya puede tener más claros los hechos que llevaron al quiebre institucional, ya no dependen de determinados medios de comunicación, afines al poder de turno, para poder informarse y también para esos pasquines dejó de ser tan fácil dominar a una sociedad desde la desinformación y la implantación del miedo.

Casi cuarenta años después, con tristeza y consternación leí el editorial del diario El País titulado “A 39 años del golpe de Estado” en este link: http://www.elpais.com.uy/12/06/27/predit_648543.asp

El diario de la Plaza Cagancha, antiguo portavoz de la dictadura cívico militar, sigue manteniendo algunos enunciados que parecen argumentos propios de la guerra fría.

El País afirma que “no es justo enrostrarle a las Fuerzas Armadas la entera responsabilidad del desvío constitucional cuando, en realidad, diferentes fuerzas que componían la sociedad se conjugaron también para ‘colaborar’ en la pérdida de la democracia”.

La máxima sorpresa aparece cuando el matutino profascista enumera, tal entrega de los premios Iris, las responsabilidades del golpe de Estado: “en el primer lugar está la guerrilla tupamara, sacudiendo con extrema violencia las raíces de nuestro país”.

Pero para el matutino vocero del proceso de facto también existían otros actores a los que les “alcanza la responsabilidad de la caída institucional de 1973, como la Universidad de la República, parte de cuyas autoridades y cuerpo docente dio protección a cuanto estudiante con bombas en las manos se pavoneara por sus aulas”.

Una mención especial también merecieron “los sindicatos, cuya central, dominada por el Partido Comunista, llevó a grados de incandescencia la agitación callejera con postulados que nada tenían que ver con la defensa de los trabajadores y sí con la pretendida implantación de un régimen marxista”.

Evidentemente que el Frente Amplio de ese entonces tampoco quedó exento de las responsabilidades que está adjudicando El País hoy en día.

Lógicamente, que quienes desprecian la enseñanza pública en este editorial aseveran que “la enseñanza oficial” hace que la ciudadanía tenga “confusos aquellos hechos”, ya que se han creado “alevosos enredos sobre los tiempos en que los episodios ocurrieron”.

Nada de esto es nuevo. El País continúa siendo el vocero de los fascistas que dieron el golpe de Estado y quizás de sus futuras generaciones e intentan desacreditar la plena democracia en que vivimos a través de sus antiguas armas: la desinformación y el miedo.

El editorial finaliza con la antigua evocación al mencionado miedo, a través de una amenaza flagrante: “a 39 años de aquel golpe, conviene que la ciudadanía esté alerta para no revivir sucesos que puedan desembocar en algo semejante”.

Mucha agua pasó bajo el puente, pero El País continúa siendo la voz nostalgiosa de los golpistas, la palabra viva de los que violaron los derechos humanos, de quienes fueron responsables de muertes, desapariciones y torturas, de quienes cercenaron a una sociedad… y hoy vuelve a amenazarnos.

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